La danza en sus diferentes
manifestaciones (ballet, contemporáneo, jazz, etc.) es una disciplina con un
alto nivel de exigencia en todo sentido. Una bailarina o un bailarín debe
esforzarse por mejorar constantemente su técnica, mantener su cuerpo esbelto, manejar estudios escolares y ensayos, etc.
En este sentido, es
fácil que la autoestima tambalee en un mundo lleno de tantas presiones y donde
el 100% de belleza y habilidad es lo mínimo que se exige. Un nivel de exigencia
extralimitado puede hacernos sentir que no somos lo suficientemente buenas/os o
que no tenemos talento y practicar danza ya se vuelve una tortura, pues amas la
danza, pero dejas de disfrutarla.
Habrá a quienes esto no
les afecta en lo absoluto. Se centran en su propio trabajo y logran dejar de
lado esta situación competitiva. Sin embargo, habemos otras a las que solo pensar
que otra tiene algo que a mi me gustaría tener, nos agobia la existencia. Quizá
porque esa persona tiene mayor probabilidad de obtener el papel que yo quiero,
es seguro que la suban de nivel en la escuela de danza u obtiene mayor atención
positiva de parte maestras/os
A continuación,
situaciones comunes y consejos que pueden ayudarte a comprender y lidiar con
las presiones del mundo de la danza:
1 1. Cuestión de tiempo
Las
personas nacemos y desarrollamos un ritmo de aprendizaje, el de algunas es
rápido y el de otras no tanto (me incluyo en el último), pero eso no significa
que eres más ni menos.
A
lo mejor alguien más se aprendió las
cuatro coreografías de la obra y tú aún vas por la mitad de la primera!, pero
al final el resultado será el mismo: aprender. Cuando te vean en el escenario,
no llevaras un cartel diciendo “me tardé dos semanas en memorizar los pasos y
la de mi lado un día”.
Igual
sucede con la flexibilidad, es algo que puede ser natural o no en ti. Lo que
importa es si te esfuerzas por mejorarla. Quizá a tu compañera le sube más la
pierna, pero tú podrás llegar a esa misma altura si sigues trabajando. Te tocará trabajar el doble, sí, pero vale la pena
porque la danza es lo que amas.
2 2. Tu profesora/or tiene que criticarte
A veces, no sentimos
tan frustradas/os que pareciera que nuestra/o porfesora/or está en nuestra
contra!, que no nos entiende sin embargo, es necesario despejar nuestra mente,
escuchar y no ponernos a la defensiva.
Tu profesora/or debe
señalarte las faltas y decirte las correcciones porque es su trabajo! Quítale
es tono de voz molesto con el que te corrige y aprovecha la guía y sabiduría
que te está brindando para que mejores.
Piensa que lo verdaderamente
feo es llegar a clase y no recibir ninguna corrección, pues hace que te
estanques y no mejores.
3 3. Las/los compañeras/os desagradables
Las divas y divos en un
grupo incomodan. Nada peor que sentir esa mirada de desaprobación por esa
persona con mayor nivel técnico y/o con roles principales. Que noten tu
existencia y te dirijan la palabra solo si necesitan algo (que les abroches el
vestuario, un gancho, tirro para sus dedos, etc.)
Aunque es molesto,
debemos aceptar que también son seres humanos (aunque no siempre lo parezcan).
Lo mejor en estos casos es actuar de manera asertiva y no prestarle mayor
atención de la necesaria es decir, hablar mal de esa persona no hará que cambie
su actitud como tampoco lo hará negarte a brindarle ayuda cuando te lo pide.
Si sientes que ya se
pasó del límite y te está intimidando con comentarios irrespetuosos, esas miradas son constantes o alguna otra cosa
que dañe tu integridad física o emocional, debes hablar con tu profesora/or
encargada/o acerca de lo que está sucediendo. Si en tu escuela no se toman
cartas en el asunto, lo mejor es cambiar de institución.
Las comparaciones
suelen ser inevitables. Siempre hay una chica más delgada que yo, otra a la que
le sube más la pierna, aprende más rápido las combinaciones, salta más alto, su
pie es más arqueado, tiene un lindo estilo para bailar y…la lista se vuelve
interminable.
Aunque es algo “normal”
sentirse en competencia si no aprendemos a controlarnos y a transformar esos
pensamientos, nuestra autoestima puede verse afectada y desembocar en serios
problemas de ansiedad, trastornos de la alimentación, entre otros y hacer que
nuestra danza acabe.
No permitas que ninguna
de las situaciones anteriores acabe con tus sueños. Ser bailarina o bailarín no
es fácil, si estás ahí es porque tienes algo especial, eres fuerte y única/o.
Si fuese fácil, cualquiera lo haría.
Escrito por: Kelly Posada
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